De singular aspecto y apariencia “enojada”, el Shih Tzu es, por el contrario, un perro muy dulce y afectuoso, aun conservando un temperamento bastante fiero en la ocasión y también belicoso, hasta el punto de no temer a animales más grandes que él.
Le gusta mucho la vida cómoda; pero tiene necesidad de espacios suficientemente amplios donde poder moverse para mejor desarrollar su estructura patente, aunque muy contenida, tanto en el tamaño como en el peso.
El Shih Tzu también es muy apreciado por su capa variopinta y abundante pelo.
Aunque su nombre Shih Tzu es chino (lengua en la cual significa león), los orígenes de este perro deben buscarse en el Tibet, y son el resultado de cruzamiento entre pequeños perros tibetanos, criados por los monjes, que los consideraban sagrados.
Conjuntamente con otras razas de aspecto leonino (como el Pequinés y el Lhassa Apso), fueron siempre muy apreciados por los mandarines y nobles chinos, justamente por su semejanza con el león, que juega un importante papel tanto en la historia popular como en el folklore de ese país.
La importación en Europa de los primeros Shih Tzu se realizó alrededor de 1930, y a partir de ese momento se generalizó.
En su conjunto, el Shih Tzu es un perro de aspecto fiero y altanero con una expresión atenta y vigilante.
Especialmente hermosa es la cabeza, ancha y redonda, con pelo largo, que cae de manera abundante sobre los ojos.
Las orejas grandes y caídas, deben estar siempre abundantemente cubiertas de pelo.
El tronco es alargado, pero potente y sólido: el perro débil o grácil es descalificado en los concursos.
Las necesidades alimenticias en el ejemplar adulto están determinadas y son diferentes según el peso.
Para los más livianos son suficientes entre 450 y 520 Kcal. diarias como ración de mantenimiento, mientras que para los más pesados, la mayoría de los cuales son machos, ese valor puede llegar a las 590 – 680.
Estando este perro provisto de pelo largo y de subpelo, es necesario someterlo, por lo menos durante cinco minutos diarios, a una operación de arreglo consistente en el uso de un cepillo blando, y en las zonas del cuerpo abundantemente cubiertas, a una inspección ocular (ojos, axilas, ingles, etc.) y a la limpieza de los dientes en los ejemplares prognatos.
Efectivamente, en éstos más que en aquéllos con una mandíbula normal, con mayor facilidad quedan restos de comida entre los dientes incisivos. También deben controlarse de manera periódica las uñas y las glándulas perianales.
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