El sentido del oído y del tacto son en gran parte los responsables de la agilidad y las proezas que caracterizan a los gatos.
El sentido del oído o la acción de oír y su alcance se encuentra muy desarrollado en el gato comparándolo con otros animales. El pabellón auricular contiene 30 músculos los cuales hacen posible que la puedan mover en la dirección de cualquier sonido con mucha rapidez, aún más que un perro guardián bien entrenado a escuchar ruidos extraños en un determinado lugar. El hombre cuenta con 6 músculos en la oreja, impidiendo prácticamente cualquier movimiento.
La audición depende de la oreja en gran parte ya que reacciona frente a los sonidos que la envuelven, estimulando el nervio auditivo, que a su vez lo transmite al cerebro.
Es pequeña, ancha en su base y aguda en su parte superior, un maravilloso receptor de sonidos.
El cartílago que la constituye actúa recolectando las ondas de sonido. En el hombre se encuentra adherida a la cabeza, no así en el gato que lo tiene parado y flexible.
El nervio auditivo del gato posee 40.000 fibras cocleares nerviosas, mientras que en el hombre tiene 10.000 menos, por lo que el gato puede oír notas muy altas que al hombre le es imposible escuchar.
En el oído interno se encuentran los órganos que controlan el sentido del equilibrio; al estar muy perfeccionados, permiten que el animal se mueva con seguridad incluso sobre estrechas cornisas y que caiga siempre sobre las cuatro patas. Se trata de una característica de importancia vital para los animales que viven en el bosque y trepan con frecuencia los árboles. Si tomamos un gato doméstico, sujetándolo por las patas anteriores y posteriores (con el dorso vuelto hacia el suelo), y lo dejamos caer repentinamente, el animal aterrizará siempre sobre las cuatro patas porque, al cambiar la posición del cuerpo, se manifiestan en él unos reflejos que le permiten recuperar inmediatamente la posición correcta.
Los felinos comienzan a oír entre primera o segunda semana de vida, cuando se abre el canal auditivo externo. Pueden llegar a distinguir entre un quinto y décimo de diferencia de tono si la nota es alta, pero es considerablemente menor si la nota es de baja frecuencia.
El oído de estos animales capta frecuencias de 20.000 a 25.000 vibraciones por segundo. Este sentido es tan limitado en los seres humanos que jamás se percatarían de lo que un gato escucha, ya que éste percibe hasta ruidos ultrasónicos. Quizás sea la razón por lo cual éstos animales prefiere convivir con personas que no hablen muy enérgicamente o griten y prefieren no estar presentes cuando hay discusiones o gritos; en cambio les encantan cuando las personas leen o se sientan para relajarse o hablar suavemente entre sí o con ellos.
Gracias a su agudo sentido del oído pueden reaccionar en forma inmediata, lo que les ha salvado innumerables veces de ser víctimas de un ataque sorpresivo. Este sentido combinado al sentido del tacto permiten que sean muy rápidos, de reacciones instantáneas, virtudes que siempre le han ayudado a sobrevivir.
Existe una anormalidad de origen genético que se manifiesta la sordera en aquellos gatos de pelaje blanco que poseen ojos celestes, en algunos casos donde tienen un ojo azul y el otro de color diferente (anisocromía), el oído del lado del ojo azul no tiene audición, siendo normal en el otro.
Bibliografía
Autor: MV Enrique L Fernández De Vanna