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El perro y la sociedad

El perro y el arte

El perro y el arte

Prehistoria

Nuestros antepasados, entre los años 30.000 y 15.000 a.C., pintaron o esculpieron animales en grutas como la de Altamira o Lascaux, todavía no se sabe bien porque hacían estas interpretaciones o escenas con la presencia de animales, esta cuevas, mal iluminadas, húmedas y de difícil acceso, haría de pensar que estaba relacionado con la magia y sortilegios interpretados en estas manifestaciones artísticas, que garantizaban la presa para el futuro que aseguraba el sustento nutritivo, los animales elegidos por aquellos antiguos artistas, eran todos para consumo como por Ej.: caballos, bueyes, renos, ciervos.

El perro aparece en estas escenas de caza hacia el 10.000 a. C. como protagonista y ayudante en esa tarea, lo cual se supone que ya estaría domesticado brindándole al hombre su guardia frente a depredadores y ayuda en la caza, obteniendo a cambio refugio y alimento.

 Perro y Arte Rupestre

Egipto

El dios egipcio Anubis representado por algunos egiptólogos como chacal o lobo, pero luego se comprueba casi seguro que se trataba de un perro, y es probable, que era representado por el galgo egipcio, que no era oscuro como el dios, pero presentaba una estatura considerable, hocico largo y puntiagudo, orejas erguidas, patas largas y ágiles, cola corta y enroscada.

Se lo descubre por primera en vez en la tumba de Ti, correspondiente a la dinastía V (alrededor de 2600 a.C.), en numerosas escenas de caza, su imagen pintada en murales de la tumba del Faraón, como labrados de figuras caninas en objetos de cotidiano uso, encontradas en distintas excavaciones arqueológicas.

Perro y el Arte EgiptoEl Perro y el Arte Egipto

Grecia

El más imponente perro conocido en Grecia era un moloso, tal vez su llegada coincidiera con la segunda guerra pérsica (480 a.C.), ya que Jerjes llevaba en su cortejo robustos molosos, y antes de esta fecha no existían.

Aparte de las anécdotas de los historiadores, no siempre confiables, muchos hechos se comprueban sobre pinturas y esculturas sobre terracota, que muestran numerosas escenas de batallas y caza, delineadas en el delicado preciosismo que caracteriza al arte griego.

También están representados en vasos pintados, juguetes y numerosas esculturas realizadas con gran sensibilidad y detalles anatómicos sorprendentes, que indicaban una atención afectiva por parte del artista hacia el animal.

El Perro y el Arte Grecia

Roma

Los romanos alrededor del siglo I a.C. no tenían muy claro las diferencias entre las razas caninas, donde la utilidad del perro se entremezclaba entre la caza y la guardia, ellos buscaron perros de estatura mediana, más idóneos para las presas pequeñas, aunque con menor velocidad que los lebreles, por otro lado tenían una idea bastante clara lo que era un perro de guardia, aparentemente era una moda entre las familias de mayores recursos este tipo de animales en el hogar, de tal manera que integraban una subraza especial: “perros de familia”.

Los vemos representados en varios mosaicos, como los pompeyanos, que servían como advertencia a los malintencionados con la frase tan popular hasta nuestros días: “Cave canem” (cuidado con el perro).

El Perro y el Arte RomaEl perro y el Arte Roma

Renacimiento

La edad media (473-1453) fue un período oscuro, donde la caída del imperio romano y cruentas guerras que precedieron a su decadencia. Se supone que las regiones arrasadas fueron recorridas por todo tipo de perros abandonados (caza, guardia, combate), que habían quedado sin amo teniendo un retroceso hacia un estado semisalvaje.

A medida que el continente europeo se ordenaba estos animales evolucionaron en forma no doméstica, en su mayoría salvajes, que para alimentarse, además de cazar, desenterraban cadáveres volviéndose carroñeros, se cree que estos acontecimientos aterrorizaron a los campesinos de la época, viendo al perro como fieras horribles y peligrosas, exacerbando mitos fantasiosos y sin fundamento real.

Luego con el avance de los siglos el perro volvió a ocupar su lugar como ayudante en la caza a partir del año 800, aunque fueron escasos en la edad media los legados artísticos relacionados con perros.

En la etapa posterior, el renacimiento, hubo un cambio significativo y empiezan abundar la presencia de perros en pinturas de los artistas de esta época, su popularidad aumentaba a medida que pasaban los años, gracias a la caza, inclusive la iglesia los reivindica con su presencia en pinturas con motivos religiosos.

En esta era se empieza a tener presencia el perro de compañía, expresado por el talentoso Tiziano (ver imagen) donde retrata a Federico II Gonzaga con la mano, tiernamente, posada sobre un perrito blanco, ajeno a la caza, que puede considerarse antecesor del caniche actual.

Federico II y Perro

Por otra parte, Velázquez y Goya (ver imagen), expresan en sus pinturas la preferencia y cariño que tenían la aristocracia de la época por estos animales, ya que su presencia en primer plano de sus retratos, indica la importancia que tenían en sus vidas para recibir ese honor de estar presentes en las manifestaciones pictóricas de estos magistrales artistas.

El Perro y el Arte Velazquez

Duquesa de Alba y Perro Goya

En el detalle de “Las pruebas de Moisés”, de Boticelli, grabado de la Capilla Sixtina (ver imagen), entre el grupo de fugitivos de Egipto, en brazos de un niño, hay un perrito de pelo corto y ojos saltones, con uñas muy largas, los expertos lo consideran un típico “mestizo”, no sería para algunos, el perro doméstico ideal pero el largo de sus uñas indica que en algunos hogares florentinos se había empezado a mimar a los perros, hasta el punto de evitarles la fatiga de pasear por las calles, donde las uñas se habrían gastado.

El perro y el Arte Renacimiento

Perros análogos se hallan en numerosos grabados de la época, pero no son ellos los que impresionan sino, el maltés, que aparece en retratos cada vez con mayor frecuencia, sobre todo si se trata de retratos con damas, donde es fácil reconocerlo echado sobre una mullida y suave almohada.

Otras obras muestran a perros libremente ocupados en hacer bulla y piruetas en bailes y recepciones, lo que confirma que desde hacía tiempo eran bien recibidos en los hogares de la época.

La escultura renacentista no muestra muchos perros. Extrañamente en el siglo XVI y después, cuando adquiere una gran difusión el “bronzetto”, bronce de pequeñas dimensiones, que determina el nacimiento de una variedad de animales (toros, caballos, felinos, etc), el perro no halla en la práctica ningún broncista dispuesto a trabajar con su figura.

Posteriormente, aparece Cellini donde los perros forman parte en numerosos obras de su autoría, lo más destacable es la modelación de un sabueso en bronce con tanto detalle y agudeza por parte del artista, que logra una escultura que expresa un retrato del animal, lleno de afecto.

Cellini Perro Cazador

El francés Jean Goujon  en la escultura Diana y el ciervo, se observa un lebrel , eran los perros que estaban de moda entre los señores de la época, ya que eran utilizados para el rastreo de la presa en la caza.

Diana, ciervo y lebrel

Siglo XVII a la Revolución Francesa

En el siglo XVII se aprecia un aumento en las razas caninas, todo se relaciona con la caza, que en la aristocracia se realizaba de tres maneras, con halcón, en el sitio y a la carrera. Luis XIV, el Rey Sol, sus perros predilectos de caza son llevados por pajes en almohadones especiales, este soberano gastaba fortunas en mantener sus jaurías, y su corte tenían sus propios perros de caza, donde los embajadores de otros países quedaban maravillados ante el lujo de esos ritos de cacería y la belleza de los perros.

El Rey Sol, de acuerdo a sus preferencias caninas, encarga al pintor “oficial” de la corte A.F. Desportes, además de su propia figura, donde el soberano aparece junto a un braco y un lebrel (galgo), que seguramente eran los favoritos del rey en la práctica de la caza. El encargo hace de Desportes al primer pintor especialista en perros, éste tambíen se ocupó de retratar en dibujos los spaniels de salón, se cree que no llegaron a ser retratados en pinturas, debido a que el soberano no le interesaban los perros de companía, a los cuales consideraba “inútiles”.

Luis XIV y perros

Luego aparece J.B. Oudry, quien a su vez recibió el encargo de retratar a otros favoritos de las jaurías reales para preparar una serie de tapices. El museo del Louvre conserva las pinturas, en las que Oudry revela una renuncia a sus naturalezas muertas, para exhibir perros furiosos, en cruentos combates contra lobos y otros animales.
El siglo XVIII, indica una suavización de las costumbres en Francia, donde aparece perros mas tranquilos como malteses y caniches.

En el mismo siglo en Inglaterra, a consecuencia del éxito obtenidos por los temas hípicos y de caza, las representaciones de perros se multiplican, debido a las costumbres aristocráticas de la caza y la consideración hacia los perros, éstos siguen estando presentes en los retratos.

Las pinturas con presencia de perros puede observarse en esta época en pintores italianos, holandeses, alemanes, españoles, donde innumerables perros aparecen en tantos paisajes, vistas de ruinas, playas con pescadores, retratos aristocráticos, campesinos con perros, etc.

En el ámbito de la escultura aparecen grandes lebreles o, a menudo, minúsculos, junto a Dianas cazadoras, fieles guardianes a los pies de difuntos ilustres, en eterna espera sobre una lápida indicando una incondicional fidelidad.

Siglos XIX y XX

Consolidada la democracia luego de la Revolución Francesa, desaparecen muchos privilegios, en particular los relativos a la caza; para los perros, indiferentes a todos estos novedosos cambios, comienza una experiencia nueva para ellos.

Nunca los artistas estudiaron a los perros con mayor atención que en el siglo XIX, olvidada la desaprensividad del siglo XVIII, el perro es cada vez menos un relleno, una “cifra” utilizable en la caza, pasa a primer plano siendo un verdadero protagonista en la pintura. Los pintores, particularmente, los animalistas, profundizan su arte en la anatomía, la mirada, las actitudes, en las costumbres del perro.

Entre los impresionistas, Claude Monet merece un destacado lugar, aunque tal vez, no haya representado más perros que aquel blanquinegro que posa en el “El hombre de la sombrilla” (ver imagen), uno de los animales más penetrantes de toda la pintura. Monet no toma como modelo al perro del cual fué propietario, pero logra animados retratos de otros caninos.

 El Hombre de la Sombrilla y Perro Monet.jpg

Renoir fue el artista de esta época que más importancia le da a los caninos en sus obras pictóricas.
La generación siguiente, Toulouse-Lautrec, luego de ocuparse de los perros de los aristócratas, se inclina por retratar a los caninos que trabajaban en los circos.

Retrato de Perro Renoir

Toulouse-Lautrec Caza y Perros

Bonnard y Marquet, ambos se reconocen cinófilos y amante de la belleza de estos animales y los retratan en sus obras públicas y también privadas con sus familias.

Los artistas animalistas se inclinan por ejemplares de pedigree, ya que existían numerosas razas caninas, entusiasmando a los especialistas y, ocasionalmente, a otros pintores.

Algunos, como el caso de Paul Gauguin, consagran su pintura a perros de origen dudoso, sin un pedigree determinado, sino inexistente, llegando incluso a representar tipos cuya clasificación racial se vuelve dificultosa, como en el caso de “Naturaleza muerta con tres cachorros” (ver imagen).

Durante el siglo XIX, la caricatura política alcanzó gran difusión. Unos de sus motivos era la antropomorfización de animales, que en distintos casos los artistas manifestaron seres humanos zoologizados y, con frecuencia, “caninizados” para poner en ridículo algún político al que se quería atacar o poner de manifiesto ciertas actitudes de comportamiento.

Bibliografía

Fuente Imágenes:
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Autor: MV Enrique L. Fernández De Vanna