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Cuidados Básicos El perro y la sociedad

Vacaciones: el perro y el automóvil

Vacaciones: el perro y el automóvil

Salimos de vacaciones  y curva va, subida viene… el perro, mareado, ha vomitado sobre el asiento de atrás, y todo está sucio. El automóvil es su peor enemigo, y toda la familia se asusta con la sola idea de viajar con él. ¿Qué hacer ?

Por suerte una vez que el animal se ha acostumbrado a permanecer en el interior del automóvil en movimiento, todo va a andar bien. Sin embargo, hay ciertos animales que desarrollan una verdadera fobia a los coches, ómnibus, etc. Normalmente estos miedos se deben a malas experiencias, y la peor de todas es el mareo que les produce permanecer dentro de un vehículo en movimiento.

Los perros menores de un año son bastante sensibles, y basta un leve vaivén para que comiencen a marearse y babearse.

Al principio estos síntomas son imperceptibles, sin embargo, a medida que pasa el tiempo y aumenta la velocidad del coche, los males se acentúan, pudiendo permanecer después de terminado el viaje.

Generalmente se cree que no darles agua ni comida antes y durante el trayecto evitará los mareos. Sin embargo, no es así; el animal lo pasará igualmente mal, aunque no ensuciará tanto el coche en caso de vómito. Lo ideal es recurrir al veterinario, pues existen ciertos comprimidos o líquidos que disminuyen los efectos del viaje.

Objetivo: Perder el miedo

Es importante que el animal pierda el miedo  antes de subir al coche. Le daremos comida que a él le guste dentro del auto apagado, y de esta manera él investigará cada recoveco del auto.

Esto es aconsejable repetir varias veces hasta que se de cuenta de que no hay nada que temer. Cuando el perro parezca tranquilo lo llevaremos a dar paseos cortos que se harán cada vez mas largos.

Conviene también alternar paseos cortos con caminatas, de manera que asocie el automóvil con cosas agradables, y no solo con las visitas al veterinario.

Consejos para viajar sin riesgos

  • No poner en marcha sin que el perro no haya hecho sus necesidades
  • Parar cada 2 o 3 horas para que el animal se estire un poco
  • Si el trayecto es largo, le tranquilizará comer algo cada 4 o 5 horas
  • Por precaución no permitir que el animal viaje con la cabeza fuera de la ventanilla

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Fuente: Revista Virtual Veterinaria