Viajes cortos: Muchos propietarios de gatos, especialmente aquellos que habitan en las grandes ciudades, practican la excursión de fin de semana hacia entornos naturales, campo abierto, bosque, montaña y playa, en donde pueden relajarse y disfrutar jornadas inolvidables.
Cuando la salida es de corta duración, menos de un día, se plantea incuestionablemente la clásica duda: ¿Es conveniente que nos acompañe el gato? ¿Supondrá este paseo una circunstancia agradable para el minino? ¿Qué hacemos, dejarlo en casa o traerlo con nosotros? Indudablemente, la decisión ha de apoyarse en la experiencia que nosotros tengamos tras haber sacado al gatito varias veces a las excursiones de corta duración. Si el felino queda en la casa, esta circunstancia no varía sustancialmente sus hábitos cotidianos y únicamente cuando con su comportamiento y forma de actuar.
Tengamos la evidencia de que el paseo al campo le llena de satisfacción, podremos tenerlo como compañero de viaje. Esta puede ser la regla de oro en lo que respecta a las salidas de corta duración: sólo viajaremos con el gatito cuando estemos razonablemente seguros de que el animalito disfruta con el paseo, si no es preferible que permanezca en la casa.
Todos los felinos se habitúan rápidamente a viajar en la bandeja lindante (luneta) al vidrio trasero del automóvil, que debe estar provisto de una superficie rugosa, nunca resbaladiza, que permite al minino asegurarse al soporte, clavando las uñas durante el viaje, propio de una conducción tranquila.
Es importante colocar una rejilla separadora, obligatoria en las disposiciones del código circulatorio de muchos países, para evitar un accidente provocado por el salto del gatito hacia el asiento del conductor. Si no se quiere instalar la reja separadora o viajamos en el automóvil de algún amigo, recurriremos a las cestas o jaulas de transporte, especialmente acondicionadas para estos animalitos.
El gato no deberá comer ni beber agua a partir de tres o cuatro horas antes de la partida y, eventualmente, necesitaremos realizar alguna parada que le permita beber un poco de agua fresca y efectuar sus deposiciones, en un lugar tranquilo y descampado para evitar que se asusta y se pueda perder.
El viaje de largo recorrido: La preparación del animalito, para un desplazamiento inevitable, habrá de adecuarse al medio de transporte: ferrocarril, automóvil, ómnibus, avión o barco.
Las compañías de transporte tienen previsto, a veces, el traslado de animales domésticos, que se ajustan a normas más o menos regulares.
En todo caso, será conveniente la consulta veterinaria para administrar al gatito algún tranquilizante, que, además, evite los vómitos y mareos tan frecuentes en este tipo de viajes, propiciados muchas veces por un acondicionamiento inadecuado del jaulón.
La jaula, preferiblemente cerrada, deberá tener, sin embargo, unos respiraderos que aseguren la perfecta circulación del aire. El tamaño adecuado a las dimensiones del animal no será tan sobrado como para que el minino pueda golpearse con los traqueteos, baches, etc., ni tan pequeña como para que resulte asfixiado en un pequeño volumen inadecuado a su tamaño.
La dosis de tranquilizantes, así como las de los medicamentos inhibidores de mareos, deben ser respetuosamente administradas con arreglo a la prescripción facultativa sin sobrepasar nunca las cantidades indicadas.
Los viajes de duración muy larga serán efectuados en jaulas provistas de comederos y, sobre todo, de bebederos involcables, que permitan ofrecer el agua necesaria para el gato.
Bibliografía