El valor contenido en una buena relación entre los hombres y los animales nos es puesto de manifiesto cuando se abandonan perros en la vía pública y este hecho, tan común en nuestra zona y en todas las épocas, nos debe hacer pensar cuáles son las razones para que eso ocurra.
En primer lugar, podemos diferenciar entre el abandono total y el que se presenta en los casos que los dueños dejan salir a la calle y a voluntad, a sus perros. En esta nota nos ocuparemos del abandono total.
Se trata de un tema que se ha analizado en varias partes del mundo y para eso se realizaron encuestas a quienes se desprendían de sus perros. Las respuestas más escuchadas fueron: “Me mudo y no tengo lugar”, “no puedo solventar los gastos que exige el animal”, “estoy aburrido de los destrozos que causa” y otras excusas similares, la consideración de las respuestas y su relación con la realidad de cada caso permite comprender que en todos ellos, la decisión pasa por el terreno de la convivencia: es más fácil desprenderse del animal que encarar cualquier decisión que permita conservarlo y esto se nota más en los adultos que en los niños, los que establecen lazos efectivos más intensos con sus mascotas.
Visto desde otro ángulo, también puede considerarse que las mascotas son uno de los productos que la sociedad consume: siendo así, los perros constituirían otro de esos objetos que cuando pasan de moda o aparece uno nuevo que resulta más atractivo, lo tiramos y nos quedamos con el último modelo. Esta, aunque nunca es confesado por quienes abandonan a un perro, es también una realidad que muestra un elevado grado de irresponsabilidad por parte de quienes manejamos la civilización.
Muchas de estas cosas también tienen que ver con aspectos religiosos especialmente cuando el hombre es colocado corno centro absoluto, o como criatura dominante de la Creación. En esas condiciones, se pasa muy fácilmente a tratar a los animales o a las plantas como un recurso de explotación sin límites y, afortunadamente, desde hace ya unas décadas el mundo reconoce poco a poco, que debe existir un equilibrio plantas-animales- hombres para que la convivencia sea saludable y permanente.
La educación, la toma de conciencia sobre la responsabilidad de cada uno, el aprender a comportarse en sociedad, cornprender que con los animales domésticos no se puede proceder como con los animales salvajes que se los suelta en un medio natural, interiorizarse sobre las enfermedades y plagas que difunden los perros sueltos dentro de las ciudades y comprender que el sentimiento de piedad hacia los animales no es lo único que se debe desarrollar con respecto a éstos, son procesos que llevan tiempo y que una sociedad va incorporando poco a poco por medio de distintos mecanismos.
Pero de todas maneras y a pesar del fastidio que puede originar en cada uno de nosotros el comportamiento de algunos de nuestros semejantes, es necesario insistir en la educación para evitar cosas corno el abandono de los perros en la vía pública, los perros son seres vivos con los que compartimos nuestro tiempo y el espacio dentro del maravilloso mundo de la vida.
Autor: Dr. Rubén H. Carrizo