El sistema inmunológico normal reacciona cuando el cuerpo identifica una proteína extraña, como las proteínas bacterianas externas.
Esta sustancia extraña que desencadena la respuesta inmune se llama antígeno.
El cuerpo puede reaccionar al antígeno produciendo moléculas de proteínas (anticuerpos) que se unen al antígeno.
Además de los anticuerpos, en una respuesta inmune se activan varias células que aniquilan directamente al agente extraño, como una bacteria, o liberan sustancias químicas que ayudan en la destrucción.
En la autoinmunidad, el sistema inmunológico ha perdido la capacidad de distinguir entre antígenos extraños y sus propios tejidos.
El prefijo “auto” significa “yo”, por lo que la autoinmunidad describe un sistema inmunológico que destruye partes de su propio cuerpo.
Considera a sus propios tejidos normales como antígenos extraños e intenta destruirlos. Un ejemplo es la anemia hemolítica autoinmune en perros.
En este caso, el sistema inmunológico del perro percibe erróneamente que sus propios glóbulos rojos son anormales. Los destruye, lo que provoca que el animal se vuelva anémico o tenga niveles bajos de eritrocitos.
Otro ejemplo es el pénfigo foliáceo, una enfermedad de la piel que suele afectar la cabeza y las extremidades.
En este caso, el sistema inmunológico del perro percibe erróneamente que sus propias células de la piel son anormales.
La artritis reumatoide es otra enfermedad que parece tener también componentes autoinmunes en el proceso patológico.
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