Es causada por un virus, es una enfermedad muy grave y hasta el momento incurable, se distribuye en todo el mundo y afecta a felinos domésticos y salvajes.
Se transmite por secreciones bucales y respiratorias, heces y posiblemente, la orina, se manifiesta con mayor frecuencia cuando hay contacto estrecho en colonias o criaderos de gatos.
Afecta con más intensidad a gatos entre los 6 meses y cinco años de edad, la infección previa por leucemia felina y el virus de la inmunodeficiencia felina favorece la aparición de esta enfermedad.
Los signos clínicos son confusos ni localizables como fiebre, falta de apetito, pérdida de peso, vómito, diarrea, deshidratación y palidez (anemia).
Conforme como avanza la enfermedad progresan los signos no específicos y existe una forma llamada "húmeda" que se caracteriza por derrames en las cavidades corporales y otra manifestación llamada "seca" donde existe inflamación y nódulos en los órganos afectados.
El tratamiento eficaz no existe actualmente para la cura de esta grave enfermedad, no hay buenos resultados para prolongar la vida o inducir la remisión de los síntomas. Una vez que el gato desarrolla la patología
debido a la PIF, la enfermedad casi siempre es mortal, independientemente del tratamiento.
Para la prevención existe una vacuna intranasal, no disponible actualmente en nuestro país (Argentina) desde el año 1991, tiene algunos efectos colaterales como estornudos y secreciones nasales.
La profilaxis en criadero o lugares muy poblados de gatos, se recomienda aislar los gatos con signos de PIF, controlar la leucemia felina mediante vacunaciones y sólo permitir entrar gatos nuevos totalmente sanos.
Se debe mantener condiciones básicas de higiene, buena nutrición y evitar la superpoblación.