Portada » Celo y acoplamiento en perros
Reproducción

Celo y acoplamiento en perros

Celo y acoplamiento en perros

La cachorra llega a la madurez sexual (comienza a producir óvulos fértiles) entre los siete y diez meses, a tales períodos se les llama “celo”, cada uno de esos lapsos dura entre diez y doce días y los primeros signos que indican ese momento es una descarga sanguinolenta que puede durar hasta nueve días.

Suele compararse con el período menstrual de la mujer, pero si bien es una pérdida sanguinolenta, el proceso es totalmente inverso a lo que ocurre en el ciclo femenino y hembra chimpancé, que son las únicas especies que menstrúan. Otro signo es que la vulva se inflama y aumenta de tamaño hasta llegar a ser dos veces el tamaño normal.

En cada animal se producen en distintos momentos, o sea que no hay una época del año en la que todas las perras se encuentran en celo. Pero indudablemente la señal más clara estará dada por la aparición de uno o varios “pretendientes” machos de diferente tamaño, aspecto, color y pelaje cuyo instinto los hace llegar casi misteriosamente.

Pasado los nueve a once días de pérdida, comienza el período de celo propiamente dicho (estro) que se caracteriza porque en él se producen las ovulaciones (descarga de óvulos desde los ovarios a las trompas de falopio). Es cuando la hembra acepta al macho y dura entre siete y nueve días.

Hay que tener en cuenta que la perra no siempre recibe al perro que le asignamos para que se acople, eligiendo a veces, el más flaco, descolorido, cola torcida, etc. es decir al que nosotros menos nos gusta por no reunir las características adecuadas para la perrita que queremos. Se sugiere tratar de aparear animales de la misma raza y si no es así que tengan el mismo tamaño.

Cuando la hembra se encuentra lista para el apareo, permanece tranquila con su cola levantada y a la expectativa de encontrarse con su enamorado que ronda junto con otros a la espera del encuentro.

Los perros tratarán que este encuentro se produzca lo antes posible y para ello intentarán por todos los medios posibles de acercarse a la hembra. Debemos tener en cuenta que hay muchos más perros que perras y por lo tanto las posibilidades de que se realice el acoplamiento es mayor.

El perro marca su territorio por medio de chorritos de orina cerca de donde la perra se encuentra en celo y acto seguido realiza unos movimientos con sus patas traseras dejando marcadas sus huellas en el suelo o en el hermoso jardín del vecino.

Debemos tener presente que ésta es una razón más por la que no debemos dejar que nuestros amigos, los perros, deambulen por la vía pública, a pesar que ese cortejo callejero es tan natural para ellos.

Producido el encuentro amoroso, el perro al principio efectúa unos pocos movimientos de introducción y después los animales quedan “unidos” uno al otro y permanecen “pegados” (aparentemente) o “abotonados” durante media hora o más tiempo.

El perro tiene una eyaculación lenta y es en ese momento donde los espermatozoides que flotan en el líquido seminal que es el que contiene el “alimento” necesario para mantener vivos los espermatozoides y los ayuda en su desplazamiento hacia el útero y las trompas de Falopio.

No se debe interrumpir el acoplamiento por medio de ningún tipo de castigo ya que es un fenómeno natural y actuando de esta manera se pueden producir traumatismos graves a ambos animales.

En muchos hogares por problemas de distinta índole, los propietarios de perras no desean que éstas tengan cría. Existen drogas que se pueden administrar tanto por vía oral o parenteral (inyecciones) pero es recomendable no aplicar este método como rutina durante toda la vida de la hembra por las complicaciones, que a veces, se presentan.

En estos casos es preferible el método de la esterilización o la castración, que es una operación sencilla y de rápida recuperación.

Bibliografía

Fuente Imagen: vcahospitals.com